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Mis pequeños soñadores ♥

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martes, 24 de enero de 2012

reencuentro con el pasado

Todavía dormían las chicas cuando me desperté. Era temprano. Me cambié y fui rumbo al parador en busca de agua caliente. Me sorprendió que a pesar de la hora, estuviera abierto.
Mientras el agua hervía, me dediqué a observar las fotos de los inmigrantes rusos que, cien años atrás habían llegado a ese lugar. Los niños con caras de asustados ante esta nueva tierra, los mayores con caras de sufridos, de un viaje largo y en precarias condiciones, teniendo que abandonar su patria por defender sus ideales. ¡Qué gran ejemplo para hoy en día! Pensé. Deseé heredar de alguna manera esa sangre de luchadora, de no cambiar sus convicciones y sus ideales ante la imposición de una nueva cultura, de nuevas reglas. Traté de observar detenidamente al grupo, sus rostros, en busca de mis bisabuelos, pero mi memoria falló al descubrir que todos tenían un gran parecido entre sí, o por lo menos es lo que yo detectaba.
Tomé una matrioska en mis manos, y la abrí. Dentro había otra igual de menor tamaño, y así sucesivamente. Me recordó que luego teníamos que ir a la plaza a verlas, en versión gigante. Es un clásico del lugar.
-Ya está el agua, son diez pesos.-
Y  volví al mundo real, pagué y agradecí con una sonrisa. En esos lados todos te saludan y sonríen. Parece que vivieran felices todo el tiempo. No es para menos con la belleza que existe allí se te olvidan todos los problemas y amarguras.
Salí del parador y apronté el mate, junto con un bolsito donde llevaba lo mínimo necesario. Habíamos estado cargando mucho peso en los viajes y estábamos más que contracturadas. Le avisé a mis amigas que iba a salir, y donde me podían encontrar más tarde. Rumbe hacia el antiguo puerto de piedra y me paré en el fin del muelle. Cerré los ojos y me llené de una infinita paz, de un torrente de energía que sentía correr a través de mí.
Todo empezó acá.
Me imaginé el bullicio, la gente, las palabras y miradas extrañas. Nuevas esperanzas, nuevos planes, el dolor de un abandono a su todo. El miedo y las alegrías de pisar tierra nueva.
El río inmenso a mis pies, el hermoso cielo despejado sobre mí; marcando el comienzo de un nuevo día.  El tiempo se detuvo en realidad, y no sé cuanto habré estado ahí, la mente se me abrió y miles de pensamientos y recuerdos, junto con sensaciones me invadieron.
Me di cuenta de que si quería seguir recorriendo el resto del lugar, sería hora de ir marchando..
Luego de una caminata por la costa elegí un lugar donde parar. Pensé en mi abuela, en cuanto la extraño y en su vida de joven en ese lugar. El sonido de las aves parecía responder a mis mensajes de amor que le enviaba. Todo estaba en perfecto equilibrio, todo se complementaba perfectamente.
La llegada de mis amigas me hizo volver. El sol se imponía en la mitad del cielo, cuando entre risas y bromas agradecí desde lo más profundo de mi ser ese momento, y pedí que se prolongara para siempre, por lo menos, dentro de mí.









1 comentario:

  1. que buena historia !!! te paso en realidad o lo creaste ??. muy buena !! me gusta. besos

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